Vigorexia digital

Vigorexia digital

«Otro más, otro que viene a darnos lecciones de cómo sacar partido a la digitalidad y de tener que usar las redes sociales…»

Esta es la sensación que podemos tener continuamente desde el confinamiento y lo que puedes entender al leer estas primeras líneas y precisamente se trata de lo contrario.

Tras el confinamiento estamos saturados de personas que nos dicen por todas las vías como sacar partido a herramientas digitales, como conectar con nuestros clientes, como aportarles valor, como enviarles información para nosotros relevante… en definitiva como ser expertos digitales en 4 horas!!! Eureka… mando mails, escribo whattsapp, tuiteo, cuelgo en LinkedIn, Facebook… sin control, siempre la misma información, a la misma hora, sin estrategia clara y sobre todo bombardeando a mis clientes… suelto todo el aire que llevo dentro y ya…a respirar de nuevo hasta el día siguiente.

Esta forma de actuar la sufrimos a diario. Solo tenemos que abrir nuestra correo y ver la cantidad de información de webinars, de charlas y de cursos online que nos ofrecen. Basta con entrar en una web de cualquier temática para que los algoritmos nos empiecen a saturar con información irrelevante, que te metas en una webinar concreta y ya te empiecen a entrar mails de cursos irrelevantes para ti (me han llegado a mandar un curso de cómo bajar 5 kilos en 7 días y que yo lo cuente… voy a tener que cambiar la foto de mis perfiles)

 

Toda esta introducción viene al caso de la obsesión que tenemos estos meses de dar al click y enviar, enviar, enviar… Muchas veces la información que mandamos es potente y por tener saturados a nuestros clientes se va directamente a la bandeja de spam o a la papelera… una pena. Esa maldita obsesión por compartir y soltar información sin saber realmente para qué sirve o si le es útil a alguien.

 

La clave es conectar, personalizar,  transmitir y después de todo crear una necesidad a nuestra comunidad. Para eso tener una estrategia digital es fundamental. Saber qué quiero conseguir, por qué lo quiero, para qué lo quiero, con quién lo quiero conseguir y cómo lo quiero lograr (medir los KPI´s y ver el retorno de mi actividad). ¿Nos hemos hecho estas preguntas antes de empezar a hacer? Sobre todo, porque si no nos hacemos estas preguntas, renunciamos al aprendizaje que nos puede dar nuestra vigorexia digital, nuestra ansia de clickear…

 

Una de las cosas que tenemos que hacer antes de dirigir un mensaje a alguien es ponernos en su lugar y saber si necesita lo que le vamos a ofrecer, si le aporta valor y si este valor es diferencial (Guillem Recolons)

 

Además es importante conectar con los clientes desde la empatía. No sabemos en muchos casos como están, como les ha ido este tiempo, como han estado y como han llevado el confinamiento… Antes de todo tenemos que pensar que nuestra relación personal puede haber cambiado, que haya recelos, que no sepamos muy bien como acercarnos de nuevo a estos clientes. Habrá clientes con una relación ya personal con los que será más fácil, pero también hay otros no tan afines y a estas personas ahora más que nunca saturarles es perderles.

 

Sin valores personales no vamos a ningún sitio. La buena comunicación, la solidaridad y la gratitud son valores ahora a tener muy en cuenta y sobre todo el ponernos en el lugar de la otra persona. Ser persona es ahora fundamental… Por favor no actuemos como bots.

Mente, La Paz, Paz De La Mente, Unidad

Por otro lado personalizar la información es la llave del mensaje. Poder crear y dar forma a la  información a compartir es lo que realmente nos va a diferenciar. Esta customización del mensaje lleva tiempo, lo fácil es buzonear y continuar siendo vigoréxicos digitales. ¿Pero nos hemos preguntado qué le interesa a nuestra comunidad o qué tipo de información le aporta valor a nuestros clientes? Tocar el intro y saturar es lo más fácil y encima, cumplimos…

 

Una aproximación correcta (son solo unas palabras), personalizar con el nombre del receptor, con un ¿cómo estás?, ¿qué te pareció la última información que compartí?… y con una pequeña descripción del aporte de valor que le estás compartiendo de nuevo. A todos nos gusta que cuando nos envían algo nos pregunten por las últimas novedades, haya una introducción correcta… que levante la mano el que no ha recibido una invitación en LinkedIn y según aceptas te venden cursos de astronauta para llegar en 3 horas a Urano. Seamos serios, personalizando y con valores ganamos en 2 minutos lo que puedes perder en 3 segundos por un resbalón («Elena Arnaiz dixit»)

 

La forma en la que comunicamos es la que de verdad hace que transmitamos o que nos espamicemos… pensad cuantos mails ni recibís ni os dais cuenta que habéis recibido con información relevante porque en su momento los categorizasteis como spam… !!!Cuánta información perdida!!! !!!Cuánto valor al garete por una mala estrategia de comunicación!!! Esta es la importancia de no caer en los errores que otros cometen con nosotros. No hagas a los demás lo que no quieras para ti. Se trata de ver cómo facilitamos la vida a nuestra gente y de ver cómo podemos aportarles valor (David Barreda)

 

Si creamos valor y lo compartimos vamos a generar una conexión con nuestros clientes y esto es lo que nos va a posicionar en la mente de ellos haciendo que seamos una opción clara en sus necesidades en momentos determinados. Esta en nuestra mano ser los que de verdad aportan valor a los clientes. No seamos bots semiprogramados, escuchemos y pensemos para actuar, no para responder. Al respecto os recomiendo la lectura de Jordi Collell, «Las oportunidades no aparecen, se crean».

 

Tenemos mucho que aportar en estos tiempos, mucho que dar a nuestros clientes, tesoros que compartir si los manejamos bien. La clave es compartir, no competir. Más vale poco y bueno, que salir en las estadísticas por quedar bien. Ante la vigorexia digital, reflexión y acción.

¿Pensamos?

Fotos Pixabay

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