Parece que el post que voy a compartir tiene relación con el fútbol por el título o si veis la otra foto con un título de serie de Amazon o Netflix, pero nada más lejano de la realidad. Hoy quiero tratar un tema por el que la mayoría de las personas hemos pasado y pasaremos… Esos momentos en los que nos metemos en una espiral por nuestros pensamientos, por presentimientos o simplemente por cosas que notamos, a las que damos una relevancia mayor de la que realmente se merecen.
He pasado por estos momentos y si no lo reconociese mentiría, y la conclusión que he sacado es que nosotros mismos alimentamos esta percepción y echamos gasolina al fuego, cuando para nada tiene que ver con la realidad. Cada vez tengo más claro que los conflictos son buenos y nos hacen crecer.
Este post es una opinión personal a compartir, no soy un experto en psicología y solo trato de compartir mis experiencias. Pero me voy a explicar.
En ocasiones esta situación nos pasa por no afrontar los conflictos y pretender que desaparezcan solos. Craso error, los conflictos hay que afrontarlos y acostumbrarnos a vivir con ellos. Todo en la vida son conflictos, decisiones, dudas… y nuestra actitud es la que marca el desarrollo de los mismos. Hacerles frente, dialogar, escuchar… En la mayoría de casos una simple conversación evita bucles y enfrentarse a estos conflictos evita malentendidos y pérdidas de tiempo.
En el tema de los conflictos y la interpretación que les demos tenemos tres aspectos fundamentales (opinión personal) que nos pueden cambiar la forma de verlos. Es lo que yo llamo el PEP (y no va por Guardiola), y son las percepciones, las expectativas y la perspectiva. Voy a explicar un poco cómo esta forma de ver y mirar la realidad puede cambiar la forma de afrontar estos problemas (a mi me ha ayudado).
Las percepciones hacen que la forma en la que nos llega una situación o una actuación determinada nos pueda afectar de una forma u otra. Las percepciones que tenemos muchas veces pueden venir sesgadas y ese sesgo influye en la forma en la que percibimos las cosas y hace que veamos negro lo que no es ni gris… Ver las cosas y percibirlas con estos sesgos, muchas veces determina nuestra actitud hacia las mismas. (Al respecto muy recomendable el último post de Guillem Recolons) Y pongamos ejemplos como cuando nos hablan de una persona o de una cosa de una forma predeterminada y hace que la veamos y percibamos ya con otros ojos… Importante ver todo de una «forma limpia», las percepciones pueden tergiversar mucho la realidad y cambiar nuestra forma de actuar.
Una forma de minimizar estas percepciones es no prejuzgar, no sacar conclusiones por adelantado y sobre todo, en cuanto a las personas y sus comportamientos, tener empatía con ellas, no todos estamos siempre alegres ni bromeando, pero tampoco llorando.
Por otro lado son muy importantes las expectativas que tenemos de las situaciones que ocurren a nuestro alrededor, ya sean estas por actuaciones provocadas por personas o por hechos concretos no relacionados con esas personas. En mi caso, en general tengo unas expectativas muy bajas (excepto de mi familia más cercana), eso ha hecho que cambien no solo mi felicidad sino también mis percepciones. Si no tengo grandes expectativas con respecto a algo/alguien y el resultado es bueno, la alegría está fuera de toda duda, por el contrario si tengo expectativas altas y en la mayoría de los casos no son lo esperado la decepción se cumple. No tener grandes expectativas me ha hecho crecer, incluso cuando estas expectativas son el resultado de mis propias decisiones.
Además, actualmente por la competitividad en la que nos movemos, tenemos la necesidad de ser aprobados por los demás (expectativas), de la constante palmada en la espalda (más expectativas) y al final esto es un gran error. Lo dijo Djokovic este domingo tras perder de nuevo con Nadal en Roland Garros «Es imposible gustar a todo el mundo, solo intento ser buena persona».
Hacer las cosas bien y de forma correcta tiene que ser nuestro objetivo. (Francisco Alcaide «Fast Good Management»)
Y por último está la perspectiva. Poner distancia voluntariamente me ha hecho afrontar de una manera diferente los conflictos. Estos siguen existiendo, pero la visión y el foco que pongo en los mismos cambia de una manera considerable. Hay veces que los mismos sesgos de los que he hablado antes hacen que nuestra perspectiva cambie. Tomar altura y distancia hace ver las cosas de una forma diferente. Estar enrocado, afrontar sin pensar… hace que no veas todas las opciones de solución del conflicto e incluso que agrandes una situación que fácilmente es minimizable.
Al final todo depende de los ojos que pongamos y a veces un paso atrás son dos pasos adelante.
«No se aprende a fracasar, se aprende a superar el fracaso» (@yoriento)
Fotos: Martin Rickett y Pexels.com
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