Sobredosis

Hartazgo, saciedad, atiborramiento, congestión, impregnación… Todos estos términos es lo que sale en Google cuando meto sinónimos de saturación. Y esa es mi sensación en este momento.

En tiempos de confinamiento teníamos tiempo y nos concienciamos de la necesidad de formarnos, de desarrollarnos, de potenciarnos… Y nos metimos a tope en formaciones online , en webinars…Nos conectábamos, leíamos más (no mejor)… Y daba la sensación que nos retroalimentábamos constantemente con tanto “nuevo” descubrimiento. Parecía que habíamos descubierto El Dorado y que necesitábamos secarlo y sobre todo mostrarlo a los demás. Nuevos temas, nuevos paradigmas a explotar.

Y en mi caso todo me ha saturado, me ha explotado y logrado que la apatía supere a las ganas de continuar y que tenga más ganas de parar que de continuar metido en esa rueda que me abstrae por completo de la realidad que vivo en mi día a día. Mezcla de cansancio, de apatía, de ruina…

Todo esto se ha salido de madre (y entono el mea culpa) con tanto nuevo concepto y tanta novedad que por cierto, siempre existió.

Nuevos objetivos, nuevos paradigmas, nuevos retos que sin una previa reflexión no sabemos en la mayoría de los casos a dónde nos llevan.

Que si transformación digital, que si habilidades blandas, marca personal, más liderazgo, potenciar la inteligencia emocional, aprender y desaprender, estrategia holística, preguntas poderosas para autoconocerme y sacar lo mejor de mi mismo… No es que no esté de acuerdo con estos temas, es más algunos me parecen muy necesarios, sino que de tanto uso fuera de contexto corren el riesgo de perder su significado y su objetivo real. Y contextualizando, veo que todo el mundo te habla de esto como grandes expertos  (al final del post te van unos links con, en mi opinión,  auténticos referentes de estos temas) Todo vale, todo cuenta y todos esperan conseguir su trozo de la tarta.

Por otro lado, estamos en vía de quemar la información buena y de valor por esta sobredosis informativa que hace que el contenido de calidad quede difuminado entre tanto humo. Saturación por la gran cantidad de webinars, de desayunos online, de reuniones con el experto, de información redundante sobre estos temas en rrss… Moriremos de éxito…o de sobredosis.

En mi opinión se necesita más sensatez, más racionalidad, más sentido común. La línea es muy fina y en el equilibrio está la virtud… Ni tanto ni tan poco.

Un poco de reflexión y de autocrítica no estaría mal. Reflexionar y pensar más, pero pensar para actuar, para hacer y no quedarse en una mera declaración de intenciones  (Cuando el sobre análisis se vuelve inacción (danalanda.com)*

Puede ser que hayamos perdido el norte, si es que alguna vez lo tuvimos.

Y sobre todo pensando que nos hemos dejado lo importante, a las personas, la clave de todo este sinfín de piezas, por tratar de surfear la ola y estar a la última. O nos focalizamos de verdad en ellas o esto no tendrá vuelta de hoja.

Nos hemos ido a la forma más que al fondo, por cierto dos cosas que tienen que ir de la mano y en sintonía,  y parece que hemos empezado la casa por el tejado. O nos replanteamos lo imprescindible  y lo realmente importante o seguiremos dándole vueltas tratando de cuadrar el círculo.

Para otro día dejo el uso de términos anglosajones en nuestro día a día, de verdad merece un solo post sobre eso (Mañana tengo un call para preparar un meeting con unos customers) De verdad que es para hacérnoslo mirar, teniendo a Cervantes o a Machado y nos vamos con palabrería “cool”.

“En la simplicidad está la máxima sofisticación” (Leonardo Da Vinci)

Aquí os dejo los links de auténticos expertos sobre los temas que van expuestos en el post (y no tanto gurú que ha surgido en estos tiempos)

Liderazgo y Estrategia: Jonathan Escobar,  Francisco Alcaide, Juan Carlos Cubeiro, Xavier Marcet, y  Miquel Lladó

Marca Personal: Guillem Recolons, Eva Collado Durán, Andrés Pérez Ortega y Pablo Adán Micó.

Coaching: Joan ClotetAlfonso AlcántaraJavier Salvat, Elena Arnáiz y Jéssica Buelga

Aprendizaje y Desarrollo Personal: David Barreda, Marta Romo, Marta Grañó y Humannova (Virgino Gallardo, Marc Vigilante y Alicia Pomares)

Comunicación: Elia Guardiola

*Cuando el sobre análisis se vuelve inacción (danalanda.com) 

Fotos: Canvas y Google

Música: Reconstrucción, Xoel López

Xoel López – Reconstrucción (Deluxe 12 años después) – YouTube

 

Hay que decir que no, ¡¡¡siempre!!!

Suena fuerte la frase con la que titulo el post. La acabo de leer en una entrevista a Raphael en Jot Down. Hay que decir que no, siempre… Y me pongo a  pensar, ¡Vaya sobrado! Este de qué va… e ideas similares…Pero ya puesto me pongo a leer su entrevista esperando al menos alguna bifurcación en la misma que me haga volver a la realidad y para nada… Además me va enganchando cuando suelta perlas tipo «Siempre he hecho lo que he querido hacer»… Cuanto más leo más me va gustando.

Coge sentido la asertividad que proclama (palabra clásica que cada vez meten más con otras novedosas y sobrevaloradas como procrastinación, poner en valor, feedback y demás). Como conclusión sacas que hay que decir que no más a menudo si no quieres que te traten como un mindundi, y son beneficios que vas a sacar para ti en tiempo, en disfrute o en cualquier variante ociosa que te puedas plantear.

El decir no va inherente a nuestros orígenes, y nos remonta a las primeras palabras que dicen los niños, si, no, papá, mamá y similar (ahora ya los tiros y la evolución natural van más con Playstation, Nintendo, Tik Tok, Instagram…) Habrá que analizar semánticamente lo que los niños entienden y sacan de estas palabras…

Pero vuelvo a la asertividad, en mi opinión entre el sí o el no, el aprender y sobre todo decidirnos a decir más que no, solo nos puede traer beneficios. En esto discrepo con Camus desde mi profunda ignorancia. No creo que sean tan idéntico los significados del si/no como el escritor francés planteaba en alguna de sus obras (El revés y el derecho).

Decidirnos a decir que no, nos refuerza en nuestra independencia, nos posiciona ante otras personas y sobre todo potencia nuestra personalidad. Muchas veces nos encontramos ante encrucijadas y decir que no, fomenta y tonifica nuestra coherencia y nuestra honestidad. No se trata de decir que no a todo ni a todos pero si a marcar distancias en momentos concretos y sobre todo a tener nuestro halo de independencia y nuestro propio espacio.

Decir no es por otro lado cuestión de valores (para aquellos que los tengan), no se trata de romper nuestro altruismo ni nuestras ganas de cooperación pero si de limitar el derroche ilimitado de nuestra energía.

Decir que no no implica sentirse más o menos querido o apreciado o valorado, para nada. Significa poner tus valores por delante y no dejarse invadir en la individualidad que todos tenemos.

Tenemos que trabajarlo más, e insisto que mucho más. La mayoría de las veces nos pasa por no priorizar, por no discernir lo urgente de lo importante (de los demás, lo nuestro lo tenemos claro). Incluso por no decir que no, pasamos de tratar asuntos superfluos a darle la relevancia que no se merecen.

Entonces ¿qué hacer? Primero parar (Stop & Go)…Pensar, madurar las cosas y sobre todo saber que si hay que decir que no a alguien se le dice, sin perder la sonrisa y con buenas palabras y sin perder las formas. Pensar más y ser más estratégicos, parece fácil… (te dejo link de un post de David Barreda al hilo del business ¿Dónde estoy poniendo mis huevos)

Como actitud, saber negarnos es fundamental para nuestro crecimiento. Hay veces, quizás demasiadas, que nos metemos a bucear en temas banales que solo nos producen pérdidas de tiempo, precisamente tiempo es lo único que nunca vamos a recuperar. Seamos proactivos en la gestión del no, deleguemos con confianza actividades y decisiones que no nos aportan ni tampoco aportamos nada.

Al hilo de esto hay un post de Francisco Alcaide «50 tips para mejorar tu productividad» y uno era que para ser productivo hay que aprender a decir que no y hacerlo con asiduidad. Os dejo el link al artículo ya que precisamente más de la mitad de los tips tienen que ver con la asertividad y su relación sobre nuestra productividad.

Al final es un hábito a trabajar y tenemos que asumirlo. No somos más buenos ni mejores por decir que si a todo. La manera en cómo te marcas tus límites define tu autoconfianza y, cuando gestionas personas, mejorar la asertividad hace que mejores tú y tu equipo (se logra más desarrollo competencial y se mejora la eficacia en distintos campos como en autonomía, en liderazgo…)

Aprendamos a ponernos límites, al final redunda en nosotros.

Fotos: Pexels.com y Bing

Canción: Raphael (Mi gran noche)

PEP (y no va de Guardiola)

 

 

Parece que el post que voy a compartir tiene relación con el fútbol por el título o si veis la otra foto con un título de serie de Amazon o Netflix, pero nada más lejano de la realidad. Hoy quiero tratar un tema por el que la mayoría de las personas hemos pasado y pasaremos… Esos momentos en los que nos metemos en una espiral por nuestros pensamientos, por presentimientos o simplemente por cosas que notamos, a las que damos una relevancia mayor de la que realmente se merecen.

He pasado por estos momentos y si no lo reconociese mentiría, y la conclusión que he sacado es que nosotros mismos alimentamos esta percepción y echamos gasolina al fuego, cuando para nada tiene que ver con la realidad. Cada vez tengo más claro que los conflictos son buenos y nos hacen crecer.

Este post es una opinión personal a compartir, no soy un experto en psicología y solo trato de compartir mis experiencias. Pero me voy a explicar.

En ocasiones esta situación nos pasa por no afrontar los conflictos y pretender que desaparezcan solos. Craso error, los conflictos hay que afrontarlos y acostumbrarnos a vivir con ellos. Todo en la vida son conflictos, decisiones, dudas… y nuestra actitud es la que marca el desarrollo de los mismos. Hacerles frente, dialogar, escuchar… En la mayoría de casos una simple conversación evita bucles y enfrentarse a estos conflictos evita malentendidos y pérdidas de tiempo.

En el tema de los conflictos y la interpretación que les demos tenemos tres aspectos fundamentales (opinión personal) que nos pueden cambiar la forma de verlos. Es lo que yo llamo el PEP (y no va por Guardiola), y son las percepciones, las expectativas y la perspectiva. Voy a explicar un poco cómo esta forma de ver y mirar la realidad puede cambiar la forma de afrontar estos problemas (a mi me ha ayudado).

Las percepciones hacen que la forma en la que nos llega una situación o una actuación determinada nos pueda afectar de una forma u otra. Las percepciones que tenemos muchas veces pueden venir sesgadas y ese sesgo influye en la forma en la que percibimos las cosas y hace que veamos negro lo que no es ni gris… Ver las cosas y percibirlas con estos sesgos, muchas veces determina nuestra actitud hacia las mismas. (Al respecto muy recomendable el último post de Guillem Recolons) Y pongamos ejemplos como  cuando nos hablan de una persona o de una cosa de una forma predeterminada y hace que la veamos y percibamos ya con otros ojos… Importante ver todo de una «forma limpia», las percepciones pueden tergiversar mucho la realidad y cambiar nuestra forma de actuar.

Una forma de minimizar estas percepciones es no prejuzgar, no sacar conclusiones por adelantado y sobre todo, en cuanto a las personas y sus comportamientos, tener empatía con ellas, no todos estamos siempre alegres ni bromeando, pero tampoco llorando.

Fotos de stock gratuitas de adentro, agujero, albañilería

Por otro lado son muy importantes las expectativas que tenemos de las situaciones que ocurren a nuestro alrededor, ya sean estas por actuaciones provocadas por personas o por hechos concretos no relacionados con esas personas. En mi caso, en general tengo unas expectativas muy bajas (excepto de mi familia más cercana), eso ha hecho que cambien no solo mi felicidad sino también mis percepciones. Si no tengo grandes  expectativas con respecto a algo/alguien y el resultado es bueno, la alegría está fuera de toda duda, por el contrario si tengo expectativas altas y en la mayoría de los casos no son lo esperado la decepción se cumple. No tener grandes expectativas me ha hecho crecer, incluso cuando estas expectativas son el resultado de mis propias decisiones.

Además, actualmente por la competitividad en la que nos movemos, tenemos la necesidad de ser aprobados por los demás (expectativas), de la constante palmada en la espalda (más expectativas) y al final esto es un gran error. Lo dijo Djokovic este domingo tras perder de nuevo con Nadal en Roland Garros «Es imposible gustar a todo el mundo, solo intento ser buena persona».

Hacer las cosas bien y de forma correcta tiene que ser nuestro objetivo. (Francisco Alcaide «Fast Good Management»)

Y por último está la perspectiva. Poner distancia voluntariamente me ha hecho afrontar de una manera diferente los conflictos. Estos siguen existiendo, pero la visión y el foco que pongo en los mismos cambia de una manera considerable. Hay veces que los mismos sesgos de los que he hablado antes hacen que nuestra perspectiva cambie. Tomar altura y distancia hace ver las cosas de una forma diferente. Estar enrocado, afrontar sin pensar… hace que no veas todas las opciones de solución del conflicto e incluso que agrandes una situación que fácilmente es minimizable.

Al final todo depende de los ojos que pongamos y a veces un paso atrás son dos pasos adelante.

«No se aprende a fracasar, se aprende a superar el fracaso» (@yoriento)

Fotos: Martin Rickett y Pexels.com

Bunbury, La actitud correcta