Diciembre. Las mañanas, con cada amanecer, son la antesala a un día aún por vivir. Esa mezcla de sol y luna tras la ventana.
Ese silencio que aún reina en el mundo donde la luz acaricia las sombras y la vida empieza a crearse lentamente. Donde la vida se hace presente sin remedio en ese placer consentido que seguro esconde una oportunidad en el fondo de una taza.
Leo con el primer sorbo de un café ya frío, “ lo único cierto es lo incierto.”
Incertidumbre. Qué difícil palabra en los tiempos que corren. Y no sé si este año que se va, tan lleno de grises, de muchas tristes certezas, de también certeras alegrias, nos deja o no oportunidades a su paso, y menos aún en el fondo de una taza, como si la vida fuera una posibilidad, una nueva oportunidad. ¿Lo es?
La verdad es que no sé si me gusta incluso la palabra oportunidad cuando muchos la han perdido. La vida, digo. Así que quizá, la palabra, como este café de hoy, sepa más a esperanza que a otra cosa, a bonita posibilidad . Por eso de que nunca hay que perderla, por eso de que siempre hay que buscarla. Por eso de que el mundo necesita más que nunca de su palabra, aferrarse a la vida como si no hubiera un mañana.
Hoy pensaba en cómo han sido estos meses atrás, en cómo hemos cambiado, en lo que nos hemos convertido, en lo que hemos perdido, en lo que hemos aprendido, lo que hemos vencido, lo que hemos recibido, lo que hemos conocido.
Quizá por eso, querido miedo, te miro y pienso, te siento y deseo, que todo lo que eres tiene más de pasado que de futuro. Hueles a zarpazo inesperado si, a suelo desvaneciéndose bajo nuestros pies, a noches sin luna, a llanto en silencio pero también y por qué no, a risa fértil.
Así es como llegamos al mundo, con la piel muy suave y un ruido intenso esperándonos afuera, arañándonos las entrañas desde que respiramos por vez primera, temblorosos y frágiles hasta sentir el calor tras la caricia , hasta sentir y abrazar piel con piel, ternura con instinto, el amor.
Nadie nos enseña a doler, ni mucho menos a qué hacer con ese dolor, y es por eso que no es tan extraño que un día sientas que no haya ya más piel que te sujete, que te calme, que te cobije. Pero créeme, no pasa nada. Todo gira sin descanso y te invita una y otra vez a sentirte mal por no poder sentirte mejor, cuando en verdad y permíteme decirte, no pasa nada.
callas…
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta)
Ángel González
(Fragmento de poema, “Me basta así “)
Aprendemos a vivir como a caminar, a base de caer y levantar, de hacerlo cada vez mejor, de frente y por instinto, y olvidamos con la misma facilidad que somos todo eso y mucho más: Arañazos. Añicos. Espinas. Cristales. Ceniza. Polvo.
Todo eso y mucho más. Miedo. Incertidumbre. Dolor. Porque somos piel, emociones y también canciones, porque a través de cada grieta que se abre hoy en tu pecho hay una oportunidad de luz,
y siempre, créeme, unos ojos que te miran.
Esperanza, es esa palabra que dulcemente se deshace en tu boca , cuando ríes, cuando abrazas aunque sea en la distancia , cuando lloras, cuando miras de frente la vida, cuando dueles, supuras y a la vez, curas. Sencillamente, cuando eres.
Tenemos miedo, si, y no pasa nada. Lo demás, todo lo demás, son ganas. Y con eso, como diría Ángel González en su poema, con eso basta.
Fotos: Maider Alonso
Coldplay , Fix you